El gobierno argentino anunció el 21 de octubre la disolución de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), organismo recaudador federal. Con la medida, 34% de los servidores vinculados a la agencia serán despedidos y la estructura será reemplazada por la Agencia de Recaudación y Control de Aduanas.

El comunicado del gobierno fue hecho en un tono persecutorio repudiable, con acusaciones generalizadas y desprovisto de cualquier documentación probatoria contra los trabajadores.

Ante esta medida drástica y peligrosa, que atenta contra la autonomía del Fisco – un órgano del Estado, no del gobierno –, expresamos nuestra solidaridad a los colegas del Fisco argentino y nuestra preocupación por las graves consecuencias que esta medida tendrá de manera más amplia, afectando a toda la población de Argentina.

El gobierno argentino anunció el 21 de octubre la disolución de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), organismo recaudador federal. Con la medida, 34% de los servidores vinculados a la agencia serán despedidos y la estructura será reemplazada por la Agencia de Recaudación y Control de Aduanas.

El comunicado del gobierno fue hecho en un tono persecutorio repudiable, con acusaciones generalizadas y desprovisto de cualquier documentación probatoria contra los trabajadores.

Ante esta medida drástica y peligrosa, que atenta contra la autonomía del Fisco – un órgano del Estado, no del gobierno –, expresamos nuestra solidaridad a los colegas del Fisco argentino y nuestra preocupación por las graves consecuencias que esta medida tendrá de manera más amplia, afectando a toda la población de Argentina.
Al disolver la AFIP con acusaciones de corrupción, bajo nivel de profesionalización y alto acaparamiento de privilegios, el gobierno argentino ataca fuertemente la credibilidad de esta institución que es, además de un pilar del gobierno, un pilar de la propia nación.

Con la estructura intensa y abruptamente reducida y con la credibilidad puesta en jaque por el propio gobierno, son inminentes los riesgos de reducción de la recaudación tributaria y, por consiguiente, de la capacidad de financiación de los servicios públicos.

Este contexto es, sin duda, como han afirmado los colegas de la Asociación de Empleados Fiscales e Ingresos Públicos (AEFIP), un premio a los evasores.

Por último, subrayamos la necesidad de que este hecho sea objeto de preocupación internacional. La globalización financiera impone nuevas y graves dificultades a la tributación, que sólo podrán ser superadas con el fortalecimiento de las administraciones tributarias en los territorios nacionales y con su trabajo articulado y cooperativo en el ámbito internacional.

Nuno Barroso
APIT – Portugal

Mauro Silva
Unafisco – Brasil
Rede Luso-Brasileira de Auditores Fiscais

Rodrigo Spada
FEBRAFITE – Brasil

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